gracias por el fuego

Aún recuerdo con nítida sensatez el día que descubrí a Mario Benedetti. Terminábamos de elegir música para una función de teatro en casa de un buen amigo mío, charlando de libros y autores, de música y de teatro, y demás aconteceres artísticos, que por aquel entonces tanto nos conmovía. De pronto surgió en la maraña de la conversación un “casette” o un CD (sí, lo reconozco, de esto no tengo la absoluta certeza…), referente a Silvio Rodríguez y Mario Benedetti. Yo a Silvio lo conocía (entiéndase la acepción conocer referente al “unicornio azul” y poco más…), e inconsciente de mi además osé preguntar que cantaba exactamente ese Benedetti. Y mi amigo me miró, con la misma mirada de condescendencia de un padre al hijo que acaba de torpedear el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la misma mirada de conmiseración del hermano mayor hacia su hermano pequeño, recién descubierto en el baño ojeando revistas de turgencias eróticas, tratando de hacerse hueco en las lindes de la humana sexualidad. Y mi amigo con su sonrisa casi perenne, sin desarmarse en ningún momento ante tal estropicio acontecido. Cualquier otro hubiera utilizado con saña la burla, él simplemente se limitó a dirigirse hacía la librería, donde reposaban todos aquellos libros entre sus manos tantas veces desgastados, procediendo a extraer uno de ellos: “Primavera con una esquina rota”, de un tal Mario Benedetti.

Hoy repaso con el dedo índice la modesta colección de libros que mi estante atesora, recorriendo los lomos con parsimonia, hasta detenerme en aquél del que sobresale un marcador simplón, más bien diríase reñido con la estética; el libro, “Gracias por el fuego”, de Mario Benedetti. El libro marcado, en su interior un poema, poema que casi podría recitar de memoria.

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no



Gracias por el fuego que avivas en mi cada vez que me antojo rescoldo. Gracias a ti, Mario; gracias a ti Félix; gracias a ti, musa de rostro incierto…

Comentarios

GVG ha dicho que…
En mi biblioteca- que mi familia odia por no ser raquitica y fácil de guardar y limpiar, lo cual hace que las modestas también tengan sus encantos- hay tres libros que siempre me hacen evocar buenos momentos. Benedetti: Poesía completa I, Benedetti: Poesía completa II, Benedetti: Poesía completa III, espero con ansia el cuarto tomo, y casi no tengo ya tiempo para leer mucho, pero me da igual, lo necesito a mi lado.

Un saludo

Entradas populares de este blog

retales del pasado (I)

ánimas de luna nueva

treinta y tres